La salud, junto con la educación y el planeta, es para mí una de las áreas clave del progreso de la humanidad. La pregunta que muchos nos hacemos es ¿cuál es el futuro de la salud?
Los enfoques actuales del progreso de la salud van hacia:
- Telematizar, el paciente hace a distancia algunas tareas que antes debía hacer en el hospital o centro de salud, gracias a estar conectado.
- Digitalizar, como por ejemplo el servicio digital de citas, el historial médico digitalizado, digitalizar tu cuerpo para, por ejemplo, disponer de prótesis a medida en impresión 3D, etc.
- Monitorizar, vigilar las constantes vitales, y en general el estado de la persona.
- Big data, recopilación de gran cantidad de datos para su posterior análisis mediante el cruce, observación de su evolución, etc.
- Y otras áreas como la genómica, biotecnología, etc.
Todas estas tendencias se soportan en tecnologías como por ejemplo el internet de las cosas que conecta equipos “médicos” en casa del paciente o en movilidad con el médico, el blockchain que certifica la validez de esos datos o garantiza su seguridad, o la inteligencia artificial que puede realizar diagnósticos y actuaciones en función de los datos monitorizados.
Sin embargo nos estamos perdiendo algo fundamental.
Verás, mi suegra (70 años) viene del pueblo al médico con regularidad. De vez en cuando se trae un bote de ricos pimientos caseros del Bierzo que cultivan y elaboran en su casa. Es un obsequio al médico.
Y es que al médico hay que mostrarle “respeto” porque es el que tiene el poder de curarte, es el que vela por tu salud. Ni más ni menos.
Afortunadamente los tiempos están cambiando y nos hemos dado cuenta que el profesor no enseña si no que son los alumnos los que aprenden, el consultor no es el que dice lo que tienes que hacer si no que junto al cliente exploran causas y co-crean soluciones, ¿y en la salud?
En mi opinión en la salud vamos por detrás del nuevo paradigma global: el del empoderamiento de la persona (usuarios, pacientes, alumnos…)
Seguimos con el paradigma del sobreproteccionismo que, especialmente en países latinos, tanto abunda desde la familia, la escuela, el Estado, etc. El médico es el que tiene el poder y la sabiduría para curarte y a él te debes. Estás en sus manos.
Sólo así se entiende que mis suegros se hagan 150 kms cada 3 meses para pasar un checking con el médico, para ponerse en sus manos. Y eso que no tienen nada en especial, a parte de una diabetes y los pequeños achaques propios (¿o no tan propios?) de la edad. Eso sí, una vez salen de la consulta vuelven a su vida llena de excesos y mala alimentación, malas posturas y cargas de pesos, sedentarismo, mala iluminación mientras ven la tele, etc. etc. Luego una o dos semanas antes se ponen a comer bien para que los análisis no salgan desastrosos y que la bronca (sobreproteccionismo) del médico sea más suave.
¡Qué sinsentido de sistema de salud!
Sin embargo a los médicos les cuesta ceder su poder. Es como si dijeran “me paso una década estudiando como para ceder un ápice de mi poder a nadie. El que quiera salud que pase por mí y solo por mí”. ¿Qué estoy exagerando? Hace un año realicé un estudio en el sector de la salud ocular y descubrí que hay un “pique” considerable entre médicos oftalmólogos y ópticos optometristas. Y además tuve la suerte de descubrir cuál es el conocimiento de cada uno y cuál es su rol. Resulta que los ópticos saben bastante más que de medir dioptrías y vender gafas. Y descubrí que muchos ópticos tienen mejores equipos que muchos centros de salud. Como tenía un problema en un ojo fui a uno de los mejores ópticos de mi ciudad y tras hora y cuarto de examen con distintos equipos llegó a la conclusión de que tengo tensión ocular alta en el ojo izquierdo. Me realizó un informe escrito con todas las pruebas realizadas y me recomendó ir al médico oftalmólogo para corroborar el diagnóstico y para realizar una prueba con un equipo que él no disponía. Es decir, optó por la opción de trabajar en equipo. Al ir a la médico, tras no decirme ni hola ni mirarme a los ojos, le entregué ese informe, y ay amigo, ¡se preparó un buen follón! Sin dirigirme la palabra, por supuesto, empezó a lanzar a su ayudante improperios contra mi actitud al entregarle ese informe y al óptico por osar dar… ¡esa información al paciente! Y he aquí el problema: los médicos no quieren perder su poder. Y sí, estoy generalizando, pero me parece que el porcentaje de médicos con esta actitud es demasiado alto como para ser admisible. El tener una mujer, una madre, una cuñada y casi todos mis amigos enfermeros o médicos unido a mi defecto profesional (design thinker nativo) hace que me haya dedicado 45 años a observar el sistema de salud, y te aseguro que podría escribir un libro. Por cierto, el resultado al que llegó la médico fue el mismo que el informe del óptico 😉
La relación médico-paciente se ha convertido en una relación insana dirigida por uno de los juegos emocionales más peligrosos: el juego “víctima-salvador”. ¡Es hora de devolver el poder de la salud al primer interesado: uno mismo!
La auto-salud o self-Health
El nuevo paradigma de la salud debe llevarnos a la auto-salud o self-Health.
Ésta se basa en que uno se hace responsable de su propia salud para prevenir y curar (hasta donde llegue) a través del autoconocimiento y del conocimiento de la salud.
Interesante observar que en la «prevención» la responsabilidad es 100% del paciente y en la «curación» la responsabilidad es compartida entre paciente y profesional de la salud. Sin embargo esta responsabilidad no es asumida en estas proporciones, si no que casi al 100% está asumida por los profesionales de la salud. La auto-salud tiene por finalidad que el paciente autolidere su propia salud asumiendo su responsabilidad. Para ello es necesario un proceso de empoderamiento del paciente.
¿Cómo conseguir la auto-salud?
Con 3 pasos, que deben ser secuenciales. No podemos saltarnos ninguno.
1.- Autoconocimiento
El autoconocimiento es una de las “herramientas” que te llevan a la felicidad y a encontrar un sentido o propósito a tu vida. Bueno, pues en el caso de la salud no deja de ser igualmente vital.
A través de él podrás evitar enfermedades psíquicas (estrés, ansiedad, miedos, fobias, etc.) que luego se somatizan en físicas.
Permite también conocer mejor a nuestro cuerpo y estar atentos a lo que le sienta mejor y peor. De esta manera sabes reconocer qué posturas son mejores, cómo rodarte de un entorno saludable o qué alimentos te benefician a tu cuerpo y en cada momento y circunstancia.
¿Cómo llegar al autoconocimiento?
Te comento 3 vías que son las que he utilizado (la 2 y 3 las sigo utilizando hoy en día), aunque seguramente haya otras.
1.- Acudir a un profesional (psicólogo, coach, etc.) que te guíe en un proceso de autoconocimiento. Eso sí, y te hablo desde la más profunda experiencia, no vale con cualquier profesional que esté titulado. De hecho no es fácil encontrar buenos profesionales. Ésta es una práctica habitual mía desde que cumplí los 16 años hasta no hace muchos. Y seguro que en el futuro alguna sesión de coaching o alguna inmersión cae. Si ya has realizado un proceso de autoconocimiento (lleva años) la opción de inmersiones de “upgrade” pueden ser interesantes.
2.- Practicar yoga. Nos permite conocer nuestro cuerpo y mente. No hay (o no conozco) disciplina mejor para conocerse a la vez que mejoras tu salud física y mental. Respiración, atención, concentración, flexibilidad, tolerancia…en fin, tengo previsto escribir una entrada sólo sobre el yoga, que debería ser algo obligatorio en los colegios para introducirlo en nuestra sociedad occidental.
3.- Practicar meditación, o si te resulta más atractivo, mindfulness. La atención plena, el estar presente. Algo muy útil en un mundo con tanto “ruido” y útil para aprender a escucharte y también para detectar los síntomas de tu salud. Una vez domines la técnica de meditar podrás meditar no solo sentado en un cojín o silla, si no en otras actividades que yo llamo «meditativas» como hacer ganchillo, limpiar, pasear o una que practico cada otoño: coger castañas.
2.- Educación en la salud
Una vez nos conocemos es fundamental tener una educación en la salud. Nosotros ya tenemos la sabiduría para prevenir la mayor parte de nuestros problemas de salud y curar algunos de ellos evitando, si supiéramos aprovechar esa sabiduría, tener que ir a un centro de salud.
Ha habido intentos de educar en la salud en la escuela, en la televisión, etc. pero por lo que parece con no mucho éxito (con excepciones).
Además en la era de internet todo puede complicarse gracias a la infoxicación y a las fakenews.
Es aquí donde la tecnología, bien aplicada, puede ser de utilidad.
Por ejemplo: GoGood Genetics, empresa de nutrigenómica, te hace un test sencillo que permite detectar genéticamente tus necesidades nutricionales específicas. A partir de ahí te recomiendan que potencies en tu dieta unos alimentos u otros. Hasta ahí todo bien. Yo me hice el test hace más de un año y ¿qué paso? Pues que una vez recibido el resultado con la recomendación en formato PDF, lo leí, lo archivé y hasta hoy, que no me acuerdo de nada. Imagínate una app que con gamificación y humor me va recordando el tipo de alimentos que debo tomar y que sabe cómo estoy evolucionando. El problema de las apps son 2 básicamente: por un lado la atomización y exceso de oferta. Tenemos de media 80 aplicaciones instaladas en nuestro smartphone de las cuales sólo usamos activamente 14. Por otro lado la poca usabilidad de las mismas por muchos expertos en UX y UI que haya habido detrás de su diseño. Soluciones: una sola super app de salud que integre todas las funcionalidades y ámbitos de salud.
Si te das cuenta el sistema de salud no es #UserCentric ni #UserFirst. Está organizado en torno a las disciplinas de los médicos que no están realmente conectados ni coordinados con el paciente en el centro. Lo mismo pasa con las apps. El paciente quiere una sola app de salud que integre todo: su historial clínico, la nutrigenómica o la graduación de su vista, por ejemplo: TODO.
Y sobre ella se iría generando una educación en la salud eficaz y eficiente. En ella se monitorizaría nuestro estado de salud en tiempo real (con dispositivos de IoT) y nos mostraría, gracias a la AI (Inteligencia Artificial) recomendaciones específicas para nosotros, eliminando la información que no nos interesa en ese momento.
3.- Prevención y auto-curación
Es mencionar esto (sobre todo lo de auto-curación) y los médicos se ponen a temblar. Como si fuera más importante cuidar su poder, que el que sus pacientes estén sanos y no tengan que ir a verles, que debería ser el fin de todo sistema de salud, antes que curar. Vaya por delante que no creo en los milagros y que hay muchas enfermedades que difícilmente una persona, por medios y por conocimientos, va a poder curarse. Sin embargo creo que el margen de crecimiento en autonomía del paciente es todavía muy alto.
El cambio de paradigma en la consultoría nos puede ayudar a entender el que propongo en la salud. Se ha pasado de que nada se mueve en un proyecto o asunto de la empresa sin el visto bueno del consultor a que el consultor empodera al cliente para que él mismo vaya resolviendo la mayor parte de sus asuntos, y que sólo interviene en aquellos casos donde es difícil que el cliente pueda adquirir el mismo conocimiento y herramientas. Es decir, el cliente ha ganado autonomía. Pues eso mismo es lo que deberá ganar el paciente. Se trata de algo que habrá que ir haciendo de manera gradual.
Así que llegamos a este punto 3.- el de la acción. Una vez nos conocemos y desbloqueamos nuestra sabiduría respecto a la salud, debemos aplicarla. La clave de esto son los puntos 1. Y 2. Si no te conoces realmente bien y no has adquirido un sólido conocimiento en salud difícilmente tendrás la motivación para prevenir ni el conocimiento para curarte.
En resumen: autoconocimiento, educación en salud y acción (prevención más auto-curación) componen los 3 pasos del nuevo paradigma de la salud, el del empoderamiento del paciente para mejorar su salud integral y aumentar su autonomía.
Hoy por hoy la auto-salud o self-Health es lo más disruptivo que se puede hacer en el sector salud, con o sin tecnología. Hacía allí deberían caminar todos los esfuerzos de innovación.
Eso sí, corremos el riesgo de que este mundo, el de la salud, sea dominado por los tecnocentristas y que los seres humanos nos convirtamos en simples entes conectados a internet, monitorizados por inteligencia artificial que nos diagnosticará y determinará el color de las pastillas que deberemos de tomar como alimento. En ese caso habremos sustituido a un medico por otro tipo de médico.