Un día cual quiera en el futuro (año 2030)
Amanece un nuevo día. Subo mi persiana y enciendo mi smartphone para ver el tiempo que hará hoy. El cielo está cubierto… pero de drones de Amazon y coches voladores.
Desde hace un par de años es imposible saber si hace sol o amenaza lluvia. Esos vehículos cubren todo el espectro celeste, afanosos por entregar sus paquetitos de los e-commerce o dejar a sus pasajeros en destino.
Afortunadamente tengo mis ventanas con el nuevo sistema de realidad virtual. Sólo con un mensaje de voz a mi asistente virtual pongo el paisaje que deseo ver a través de ellas. ¡Qué maravilla!
Tras mi cafetito de la mañana me voy al trabajo. Bueno, me pongo las gafas de realidad virtual y me meto en el metaverso para una reunión con el equipo. Desde hace 5 años que no les toco ni les huelo. Eso sí, una maravilla, estoy ahorrando mucho tiempo y ayudando al planeta.
Terminada la reunión voy al médico oftalmólogo. Me va a reponer la prótesis de córnea en los 2 ojos. Tras 3 años usando las gafas de realidad virtual, empecé a notar manchas en la vista. Luego un escozor que no se iba con el tiempo y finalmente empecé a no ver nada.
Ya me parecía a mí cuando en 2022 nos decían que no era bueno que los niños estuvieran mucho rato frente a las pantallas o que éstas no eran buenas antes de ir a dormir. Algo tenía que haber ahí. Pero de lo malo malo, estas prótesis son naturales, hechas de células madre y con la tecnología CRISPR ¡Qué pasada!
¿Y tú, qué tipo de persona eres?
¿Te ha acojonado mi relato anterior? Enhorabuena, eres de los míos. Tienes más sentido común y ética que la media de la población. No eres de los que sigue al rebaño. O al menos tienes la capacidad de cambiar de visión, de ser flexible. Bueno para los tiempos que vienen. Vamos bien.
En el otro lado tenemos a los mediocres. Personas que viven desde el miedo. El miedo a ser señalados, a destacar, a no ser aceptados por el rebaño. Y si lo que está de moda es la tecnología futurista sin más filtro, pues a dorarla con una venda en los ojos. Sin cuestionarla, no vaya a ser que nos señalen. Ojo, que ese miedo también les lleva a no vivir la vida que quieren sino la que quieren los demás. Pero esto lo dejamos para otro artículo.
Veamos un ejemplo de innovación hecha por medioces. O más bien por el mediocre de Doug Evans. En 2016 lanza al mercado Juicero, un exprimidor de zumos con un sistema de cápsulas exclusivas a lo Nespresso. Un precio de $699, conexión a internet para no sé cuantas funciones, cápsulas de fruta cortada entre $5 y $8 cada una, que sólo puedes comprar a él, un exprimidor el doble de grande que cualquier otro del mercado… Un producto dirigido a personas que quieren cuidar su salud, muchos de los cuales también tienen conciencia medioambiental ¿No te chirría?
Pues si esto te ha chirriado, estás de enhorabuena. Esta empesa duró 16 meses. Eso sí, tras sacar 120 millones de dólares a inversores tan reconocidos como Alphabet (Google). Tela marinera. Si me hubieran llamado la de pasta que se hubieran ahorrado.
Pero claro, es más fiable hacer caso a las escuelas de negocio y gurús que ponen el ejemplo del modelo de negocio de Nespresso o que están atentos a las tendencias tecnológicas como el IoT (Internet of Things). Y tú, sin espíritu crítico, a creer a fe ciega lo que esos te cuentan. ¿Cómo no vas a hacer caso a gente así? Ayyy amigo Doug, qué lecciones nos da la vida del innovador.
La tecnología es un magnífico refugio para los mediocres.
Por un lado les permite fantasear con sentirse dioses creadores del futuro. Qué narices, ¡adelantarse y adivinar el futuro!
Por otro lado les permite poner el foco fuera de sí mismos. Si alguna vez han sentido esa sensación de vacío que produce, por ejemplo, la crisis de los 40 (30, 50 o 60), sólo tienen que llenarlo de tecnología (o videojuegos, o ropa, o sexo o cualquier cosa externa a uno y con la que sea fácil generar obsesión y adicción). Maravilloso opio para adormecer la inquietud de conocerse. Eso de conocerse tiene el riesgo de descubrir los miedos y las miserias de uno. Como dicen en Star Wars, conocer el lado oscuro, en una clara alusión a lo que estoy comentando. O si estuviéramos en Matrix, sería el miedo a tomarte la pastilla roja.
Así que para mí hay dos tipos de personas: los mediocres (mayoría) y los inconformistas (minoría, pero numerosa).
Eres innovador, aunque no lo sepas
Innovar es aportar valor real a los usuarios (de esa innovación), de manera novedosa.
La innovación tiene 3 factores: factor valor, factor novedad y factor realidad.
Y para innovar sólo necesitas 3 cosas:
- Entender a las personas (a esos usuarios) para saber qué tiene valor para ellos. Para lo cual debes primero entenderte a ti mismo. Eso se hace a través del autoconocimiento. El resto está chupao.
- Usar tu creatividad para aportar algo que no aporten los demás. Esto lo traes de serie, sólo que se te ha oxidado un poco. Tiene arreglo con una buena formación y algunos buenos hábitos.
- Usar tu sentido común. De nuevo algo que tienes y que el sistema se empeña cada día en que lo pierdas. Porque como lo uses (usemos) mandamos al sistema al carajo. Y claro, eso no les gustaría.
Antes de seguir, por si no me conoces, me presento. Soy Héctor, un ingeniero de diseño reconvertido en polímata que lucha por abrir mentes y poner en valor a los generalistas frente a los especialistas, borregos que ha creado el sistema industrial. He realizado innovaciones reales (que se pueden ver en el mercado) en más de 30 sectores, para los 5 continentes, algunas de ellas patentes mundiales y con 6 premios internacionales de innovación (de los que no te dan los amigos). Empecé a crear y utilizar en proyectos reales la realidad vistual en 1992, la impresión 3D en 1995, escáner 3D en 1996, adquirí varias estaciones de trabajo y el programa de 3D que usa la Nasa, en 2001. Istalé el primer CRM de Microsoft en 2003, año en el que nos hicieron una auditoría tenológica a mi empresa y el consultor dijo que teníamos más tecnología que una entidad bancaria a la que acabana de hacer la misma auditoría. Además, como design thinker nativo, en 2001 creé una metodología de innovación simple y eficaz, unos 10 años antes de que se popularizase el concepto de design thinking. Desde hace más de 20 años ayudo a empresas a crear una cultura auténtica e innovadora.
Te hablo de mí porque creo que es importante que sepas quién te está diciendo esto:
Tú ya eres innovador, aunque no lo sepas
Al sistema no le mola que te creas innovador. Te convertirías en alguien peligroso. En alguien que piensa por sí mismo, cuestionador profesional y con espíritu crítico. Malo, malo. Por eso hacen lo posible cada día para que sigas en tu mediocridad. Por eso te dicen que para ser innovador hay que estudiar un grado, un master, años de carrera profesional, vivir un tiempo en San Francisco y escribir un libro sobre el tema. Incluso que innovador se nace, no se hace. O que para innovar has de estar al fía de las nuevas tecnologías. Nada de esto es cierto. Como no es cierto que para innovar hace falta más dinero que para no innovar, o que requiere de amplios equipos multidisciplinares o que necesitas de una gran consultora «big four».
Sólo necesitas afilar y sacar a relucir tus 3 herramientas (conocer a las personas, creatividad y sentido común). Con eso evitarás las innovaciones de estos otros que se creen innovadores y nos quieren llevar a un mundo de caquita.
El futuro se repite
Cuando aparecieron los coches, tras el primer momento de rechazo por la mayoría tardía y los rezagados, todo el mundo estaba obnubilado por el invento. Acortaba distancias, democratizaba los desplazamientos, te proporionaba libertad, no contaminaba de caquitas como los caballos (está claro que los gases del caballo les molestaban más que los del coche), con capacidad de carga de personas y equipajes, confortable, salubre…
Un siglo después, estamos como locos peatonalizando ciudades (y dando premios por ello), eliminando los coches del centro de las mismas, limitando a 30 km/h la velocidad en muchas ciudades, eliminado los coches diesel, favoreciendo la compra de los elécticos, ampliando aceras, creando más espacios para los niños, plantando de nuevo los árboles que talamos y creando carriles bici.
¿No se pudo pensar esto hace 100 o 50 años, cuando se popularizó este invento? ¿No era visible la contrapartida que iba a producir? ¿O es que la gente estaba encantada de que murieran los niños en las calles? Sí, eso es lo que pasaba, por ejemplo, en Amsterdam. Parece ser que allí en los años 70 crearon una revolución que ha hecho de Holanda el país de las bicis, donde la supremacía de peatones y bicis frente a coches es incuestionable. Yo que he recorrido el país en bici te podría contar cosas que te costaría creer. Un paradigma totalmente dstinto.
Cuando alguien inventa algo (gafas de realidad virtual, entrega de paquetes en drones, coches aéreos) y no te lo cuestionas, estás dejando en manos de los mediocres tu futuro. O el de tu empresa.
Necesitamos más cuestionadores y menos mediocres. Tu empresa necesita más cuestionadores. Tú necesitas ser más cuestionador.