Una historia sobre creatividad en la empresa. Corría el año 2013, cuando me hallaba inmerso en aquella transformación cultural de una gran empresa industrial catalana, líder en su sector no sólo en España sino también en algún otro país exótico como Japón.
Llevábamos ya un año de proyecto trabajando sobre todo con el C-Level, habíamos realizado ya la inmersión presencial Honest Xperience y el equipo había definido cuáles eran los 3 valores guía (sí, no dejo más de 3, pero eso te lo explico en esta píldora) que identifican a la organización. Entre ellos se encontraba la “creatividad”.
Así que con la mejor de las intenciones el CEO decidió inmediatamente denominar al equipo de marketing y diseño “equipo creativo”, con el objetivo de impulsar la cultura creativa dentro de la organización. Y además desplazó a este departamento a otro espacio físico, aislados y separados (en otro edificio) del resto de la empresa, con la idea de que así “no se contaminaban del resto de la cultura de la organización”. Te suena, ¿verdad? Pues si lo que pretendes es crear una cultura creativa en tu empresa, haz justo lo contrario de esto.
Etiquetar a un equipo como “creativo” y aislarlo del resto de la compañía es lo mismo que meter la creatividad en un frasco pequeño, cerrarlo y ponerlo al baño maría para que quede bien sellado.
Con esto consigues que el resto de la compañía no se sienta creativa, que para eso ya está el departamento de los “creativos”. Que además están asilados de los no creativos, no vaya a ser que las manzanas podridas marchiten a las sanas. El mensaje que lanzas es éste y además de manera muy potente, con hechos muy contundentes.
Si lo que quieres es “salir de la caja” tienes muchas otras estrategias. Empezando por dejar que tu gente “viaje”, salga de la oficina, se mezcle, acuda a espacios de otros sectores y temáticas, tengan permiso para el error y por supuesto abriendo los proyectos a actores que no pertenecen a tu empresa a través de proyectos de innovación abierta.
Pero al final del día, todo eso debe volver a “casa” para que se impregne en la compañía.
Una de las clásicas peticiones de propuesta a mi equipo por parte de un cliente comienza con un “es que tenemos un sistema de recogida de ideas pero no termina de funcionar como esperábamos”. Ya sea porque no participan todas las áreas de la empresa, ya sea porque las ideas que se aportan no son disruptivas sino pequeñas mejoras. Lógico, si la creatividad (e innovación) es propiedad exclusiva del área de I+D/ innovación o marketing, ¿Cómo van a aportar ideas el resto de áreas? ¿Y cómo van a ser ideas innovadoras o disruptivas? (léase en tono irónico).
Qué pasa con los directivos y la creatividad
El caso que he utilizado para ilustrar esta situación es una excepción, ya que este CEO sí tenía una creatividad muy desarrollada y un alto nivel de conciencia sobre su importancia. De hecho gracias a él formamos a gran parte de la empresa en creatividad e innovación, empezando por el equipo directivo.
Sin embargo lo frecuente es lo contrario. Lo frecuente es que el CEO y su equipo tengan una baja autoestima creativa, a lo que ha contribuido el sistema educativo, el entorno familiar y la sociedad, y que en su caso ha sido acrecentado por las escuelas de negocio tradicionales. De esta manera estos directivos se han creado un personaje, el de “directivo” que poco tiene que ver con la persona y mucho menos con la esencia de esa persona.
En esencia todas las personas somos seres creativos.
Lo que ocurre es que con los años hemos encerrado nuestra creatividad en lo más profundo de nosotros, y además en el caso de muchos directivos se han creado un personaje que favorece bien poco el desarrollo de su creatividad. Un personaje lleno de corsés, de prejuicios, de aversión a experimentar y cometer errores, de miedos a mostrar su vulnerabilidad, de pocas emociones, de poco mover su cuerpo, de poco cuestionar el paradigma empresarial.
Para obtener los resultados sólo conocen un camino: el del raciocinio, las predicciones, los análisis, el control, las mediciones… En este paradigma ni siquiera se permiten indagar si existen otros caminos, como el de la creatividad, para tomar mejores decisiones y mejorar sus resultados. Y de esta manera ni siquiera se preocupan de entender qué hay detrás de la palabra creatividad y sus distintas interpretaciones.
En cierta ocasión en un evento organizado para CEOs, estaba previsto que una persona facilitara una sesión de creatividad donde incluiría el movimiento. El organizador de ese evento tomó la decisión de cancelar esa sesión porque a uno de los directivos asistentes, un VIP de prestigio, dijo que si se ponían a bailar él se iba del evento. Y claro, ese evento no podía perder a tal semejante eminencia.
Y así fue cómo se perdió la oportunidad de despertar aunque sea un poquito, la creatividad dormida de un buen grupo de directivos. El paradigma de los directivos está lleno de prejuicios y miedos y como no se los trabajen para lo único para lo que van a servir en un futuro no muy lejano, es para quedar a meterse comilonas.
Un nuevo paradigma de profesionales y emprendedores
El mundo de los robots y la inteligencia artificial sólo dejará sitio a los profesionales que hayan trabajado su creatividad.
Personas con la capacidad de entender que su cuerpo, alma, mente y emociones están unidos y que influyen en sus decisiones, con lo que deben trabajar los 4 aspectos. Personas que quieren experimentar y que saben que los errores son siempre oportunidades (al menos de aprender). Personas que no necesitan tener todo bajo control y que tienen la capacidad de improvisar. Personas que no tiene miedo a “bailar”. Personas que se cuestionan a sí mismas, que cambian de opinión y que cuestionan el status quo. Personas curiosas y observadoras. Personas que amplían su mirada cambiando constantemente de perspectiva. Personas que se atreven a mezclarse eliminando clasismos, burbujas y sectas. Personas con una alta autoestima creativa.
En este paradigma que está llegando, el “lado femenino” que todos tenemos cobra su protagonismo. Ese lado alojado en el hemisferio derecho del cerebro, donde campa la intuición, la creatividad y la empatía. Y como es lógico las mujeres, que por lo general tienen más desarrollado este “lado femenino”, están en un gran momento para liderar los cambios en el mundo empresarial. Aunque no se producirá el cambio real de paradigma hasta que los hombres realicen su propio cambio hacia un autoliderazgo que integre sus dos lados: el femenino y el masculino.
Volviendo al caso inicial, ahora te será fácil adivinar por qué se segrega la creatividad en unos pocos o en un área en la empresa. Es una magnífica manera de protegerse los directivos. De esta manera “ser creativos” no es una habilidad que se les exija, “para eso ya tengo a un equipo”, que junto a lo de “busco rodearme de gente mejor que yo” forman ese dueto de excusas magníficas para no querer crecer, ampliar su zona de confort y desarrollar su creatividad, tan crítica para los resultados de su empresa.
Es necesario democratizar la creatividad, para que pase de la “clase creativa” a todos los estamentos de las empresas, empezando por la propiedad y el equipo directivo.
El World Economic Forum ha incluido en su estudio sobre el futuro del trabajo a la creatividad y sus derivadas en los 3 primeros puestos de las habilidades de los profesionales en el 2020, que es ya mismo. Y parece que la cosa se va moviendo en esa dirección.
Democratizar la creatividad es parte de mi misión dentro de un propósito mayor que es el de hacer crecer a las empresas dotándolas de significado para que lideren los cambios del mundo.
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