La innovación empieza entre tus orejas

La innovación empieza entre tus orejas

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Es muy probable que tú, sabedor de lo importante que es la innovación en la empresa del siglo XXI, ya hayas decidido ampliar tu formación para ser más innovador y aumentar así tu valor.

Incluso es probable que ya sepas la diferencia entre hacer proyectos de innovación y ser innovador.

Para lo primero no hay más que conocer una metodología, un proceso. Entra una cosa por aquí, hago estos pasos, uso estas herramientas y al final sale otra cosa por allá. Para lo segundo, lo de ser innovador, no basta con eso. Veamos algunos ejemplos.

Amazon no existiría si uno, ante la idea de crear la tienda más grande del mundo sin disponer de espacios físicos y que entregase los productos de un día para otro en casa de los clientes, pensasequé tontería” o “esto es imposible” o “si nadie lo ha hecho por algo será” y así un largo etcétera.

A la mayoría de las empresas les iría mejor y serían más innovadoras si pensaran que el centro de su negocio deben ser los usuarios finales de sus propuestas, no los compradores (los del dinero).

Durante muchas décadas (y hoy en día) la mayoría de las personas de las empresas pensaban que la empresa era el centro del negocio, el poderoso, y veían a sus clientes y usuarios como alguien a quien “colocar” productos o servicios. Con esta manera de pensar y hacer desde luego no desarrollaron las habilidades de la escucha, la empatía, el buscar y recibir feedback, y otras, que son fundamentales para innovar.

Y por último, un cliente nuestro (20 personas) estaría en un sueño dorado, habiendo creado su propio “océano azul”, si no creyera que no se merece (que no es posible) ser mejor que grandes multinacionales, a pesar de haber creado una patente mundial con producto-sistema que desmonta el paradigma de su sector durante décadas.

Solo te he puesto algunos ejemplos reales de formas de pensar que limitan o potencian la innovación. Y como sé que eres un hábil lector ya habrás descubierto que todo lo anterior habla de pensar, de las creencias que luego condicionan nuestras emociones y nuestros comportamientos, incluidos los comportamientos innovadores o no innovadores.

Así que sí,

para ser innovador hay que trabajarse la máquina de pensar, que es la que está entre nuestras orejas.

Y luego ya vendrán las metodologías, procesos, herramientas, tecnologías, etc.

Sin embargo mucha gente cuando valora qué formación recibir en innovación busca esas metodologías, procesos, herramientas y tecnologías pero descuida lo que en realidad le va a hacer ser más innovadora: el desarrollo de habilidades para la innovación, la transformación de su cultura (creencias y valores), o como dicen ahora, la creación de un “mindset” innovador.

Pero ¿Por qué hacen esto?

Porque venimos de un paradigma de lo racional, lo metodológico-ingenieril (os escribe un ingeniero, by the way), de lo tangible, pero tangible de ver y tocar. Tenemos el “complejo de Santo Tomás”: necesitamos ver y tocar, en lugar de sentir, intuir y creer. Sobre todo creer.

Lo que no saben, aún, estas personas es que se aprende y uno crece cuando sale de su Zona de Confort para pasar a la Zona de Aprendizaje.

¿Y cómo saber si uno está fuera de su zona de confort? Pues cuando empieza a ponerse excusas frente a la posibilidad de formarse en territorios desconocidos y por ende incómodos. Por ejemplo cuando se pregunta “¿Y esto que retorno (económico) va a reportar a mi empresa?” ¡Como si la innovación, y más en los tiempos que corren, fuera algo con un ROI claro! O como cuando se mata al mensajero “Esto me parece muy de coaches” (sustitúyase por palabros como “consultor” o “gurú”). Es más fácil ponerse cualquier excusa antes que querer afrontar esa salida no cómoda a la Zona de Aprendizaje, al aprendizaje que te va a permitir dar un gran salto y crecer.

Son muchas las ocasiones en las que he visto y vivido en primera persona como proyectos realmente innovadores (de valor, novedosos y realizables) mueren porque entre las orejas de quienes tomaban decisiones había miedos que no se afrontaron y creencias limitantes que no se trabajaron. Porque ser innovador se hace, no solo se nace.

La innovación empieza entre tus orejas.

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